
Perversiones
Según dijo Freud en 1905, perversión era toda forma de conducta sexual que se desviaba de la norma de cópula genital heteroxesual.
No obstante, esta determinación es comprometida por las propias ideas de Freud sobre la perversión polimorfa de la sexualidad humana, caracterizada por la carencia de un orden natural dado de antemano.
Lacan supera esta impasse de la teoría freudiana al definir la perversión, no como una forma de conducta, sino como una Estructura Clínica.
La estructura clínica de la perversión se distingue de las otras dos estructuras clínicas por la operación de la renegación.
El perverso reniega la castración, percibe que la madre carece de falo, y al mismo tiempo se niega a aceptar esa realidad de la percepción traumática.
Mientras que los neuróticos son caracterizados por cuestionarse, la representación de los perversos se produce con la falta de preguntas, ya que el sujeto perverso no duda que sus actos le sirvan al goce.
Por eso es extremadamente raro que un sujeto perverso pida psicoanalizarse. Una consecuencia importante es que la cura de un sujeto perverso no establece como su objetivo la eliminación de la conducta perversa.
Fetichismo
Es la perversión de las perversiones en la que el fetiche es un sustituto simbólico del falo faltante en la madre.
Sin embargo, esta relación problemática con el falo no es exclusiva del fetichismo, sino que se extiende a todas las perversiones.
Sadomasoquismo
Freud postuló una conexión intrínseca entre el sadismo y el masoquismo, sosteniendo que son sencillamente los aspectos activo y pasivo de una misma perversión.
Jacques Lacan dice que el sadismo y el masoquismo están íntimamente relacionados y vinculados a la pulsión invocatoria (que también denomina «pulsión sadomasoquista»).
Freud observa que el sadismo es primario.
Lacan explica que es primario el masoquismo, y el sadismo deriva de él:
«El sadismo es meramente la renegación del masoquismo».
Mientras que el masoquista prefiere experimentar el dolor de la existencia en su propio cuerpo, el sádico rechaza este dolor y obliga al Otro a soportarlo.