
Estrés
El estrés se ha conceptualizado desde los años 60 como una experiencia cuya exigencia es excesiva con relación a los recursos de la persona.
Es una sobrecarga contra el cuerpo y la combinación de algunos síntomas como angustia, ansiedad y somatización de presiones psicológicas. Del mismo modo, el estrés puede estar unido a la depresión.
Diversos factores o situaciones pueden generar estrés algunos de ellos son:
- Ansiedad
- Crisis de pareja
- Exceso de trabajo o estudios
- Incapacidad para llevar a cabo las expectativas u objetivos
- Problemas personales y familiares
- Problemas económicos
Existen dos tipos de estrés que todos experimentamos:
Uno pone en alerta todos nuestros sentidos para actuar, entender y decidir sobre ciertas situaciones
El otro es una variante del estrés llamado distrés, que es una experiencia no placentera, angustiante y en ocasiones paralizante.
El estrés en niveles elevados no permite el buen funcionamiento del ser humano y obstruye la capacidad de gozo.
Por desgracia, el mundo acelerado y consumista en el que vivimos dicta en términos generales que se necesitan medicamentos para tratar todas las patologías –en este caso incluyendo el estrés-.
De tal manera que se dejan de lado otras formas de combatirlo, como la reflexión o el llevar a cabo una psicoterapia.
Una psicoterapia significa realizar un trabajo entre el terapeuta y el paciente que consiste en reflexionar y analizar las situaciones que van más allá de los síntomas.
Bajo la idea de que las palabras construyen la realidad del sujeto, es posible que éste sea capaz de construirse sus propias significaciones y por lo tanto tener más herramientas para enfrentar los acontecimientos estresantes, utilizándolas en virtud del poder desear y gozar.
Podemos decir, entonces, que un cierto grado de estrés nos permite enfrentar situaciones nuevas, crear, solucionar problemas, incidir en la situación favorablemente; por el contrario, el distrés lleva al sujeto a situaciones donde los mecanismos de defensa psíquicos y adaptativos entran en juego.
Uno de los mecanismos de defensa psíquicos es la representación en el cuerpo de lo que no puede ser entendido, las llamadas afecciones psicosomáticas.
Ahí es donde la psicoterapia permite descubrir los sentidos y efectos particulares de lo que el sujeto padece, y no solamente el “cómo me quito esto que me molesta”.