
Jean Renoir
Hay una especie de evidencia en la manera en como hace cine Jean Renoir.
Como si siempre hubiera compartido ese misterio primero de un arte que registra la vida misma, su movimiento y sus ruidos, aportando un inestimable valor añadido.
Como si la precisión natural de su puesta en escena le permitiese burlarse de todos los artificios del septimo arte, incluídos los más enormes.
«El Patrón», así lo apodaron los cineastas de la Nouvelle Vague. En él reconocieron el cine francés que ellos tenían ganas de continuar, en oposición al otro, académico, de la «calidad francesa».
Esta plenitud viene en parte, sin duda, de la influencia de la aguda sensibilidad hacia la luz y los colores de su padre, Pierre Auguste.
Una excepcional variedad de registros constituye su filmografía, desde la experimentación en todas direcciones de los años veinte (Nana, La Cerillerita), el entusiasmo por el frente popular en los años treinta (La Vie est à nous, La Marsellesa), la partida a Estados Unidos en los años cuarenta (The Southerner, The woman onb the beach), hasta la conmoción de la India (El río) antes de su retorno a Europa (Le carrosse d’or , French Can-Can).
Michael Simon será para siempre el inolvidable Boudou, y Jean Gabin, ferroviario apresado en las redes de su violento deseo amoroso, el Lantier de La bête humaine.
Jacques Prèvert firma uno de sus mejores guiones con Le crime de monsieur lange.
La gran ilusión y La regla del juego son las dos películas que más sutilmente ponen al descubierto la sociedad francesa con sus rigideces y debilidades a las puertas de la segunda guerra mundial.
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Alfred Hitchcock
Alfred Hitchcock es sin lugar a dudas el cineasta más conocido del mundo, a pesar de lo cual, nada atenúa el placer renovado de ver o volver a ver sus películas, que continúan exhalando un perfume de misterio que el espectador inhala cada vez con mayor intensidad.
¿Quién era Alfred Hitchcock? ¿Un cockney del East End londinense humillado por su padre?
¿Un «joven genio» mimado por la crítica británica desde el final de los años veinte?
¿El «tío Alfred», esteriotipo de british en la América que le bautizó como «Maestro del suspense»?
¿O un cineasta genial que supo reiventar Hollywood en la época dorada de la televisión y los parques de atracciones?
Desde sus inicios en Inglaterra y desde su primer film, El enemigo de las rubias en 1927, Hitchcock dirige películas de suspense, reconoce la influencia de Cecil B. DeMille y admira a Fritz Lang.
En 1939 marcha a trabajar a Hollywood donde adapta la novela de Daphné du Maurier, Rebeca.
Rodará después diversas películas antinazis en una América que pretende permanecer neutral en el conflicto que desgarra Europa.
A continuación pone bajo sus órdenes a las principales estrellas del cine, cuyas carreras permanecerán para siempre ligadas a los inolvidables papeles que les había confiado:
James Stewart en De entre los muertos, Ingrid Bergman en Encadenados, Cary Grant en Con la muerte en los talones….
Elabora el arquetipo de la mujer rubia que desde entonces habita su leyenda:
De Anny Ondra (La muchacha de Londres) a Tippi Hedren (Los pájaros), pasando por Grace Kelly (La ventana indiscreta) o Kim Novak (De entre los muertos).
Hitchcock acertó una doble apuesta:
Estar siempre en cabeza de las innovaciones tecnológicas que garantizaban al cine la dimensión espectacular y el éxito de público, y crear en los años cincuenta la primera serie televisiva de éxito: Alfred Hitchcock presenta.
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Vittorio de Sica
Vittorio Domenico Stanislao Gaetano Sorano De Sica fue un director de cine y actor italiano, ganador de tres Premios Oscar.
Nació en Sora, en la provincia de Terra di Lavoro, en la región de Campania (hoy en provincia de Frosinone, Lacio), hijo del empleado de banco y asegurador Umberto (nacido en Regio de Calabria, pero de origen salernitano) y de la napolitana Teresa Manfridi.
Figura clave del movimiento cinematográfico, conocido como neorrealismo italiano.
Al que contribuyó con dos destacadas películas, escritas en colaboración con Cesare Zavattini: Sciucià (traducida en España como El limpiabotas.
Sciuscià es una deformación de la expresión inglesa «shoe shine»: el film narra la historia de un grupo de niños que durante la Segunda Guerra Mundial se ofrecen para trabajar como limpiabotas para los soldados estadounidenses)
Y su universalmente conocida Ladrón de bicicletas.
Poseedor de una carrera especialmente fecunda -una treintena de películas como director, además de un centenar como actor-, Vittorio De Sica ha firmado unas obras que se cuentan entre los grandes clásicos de la historia del cine.
Hombre de espectáculo, es una de las figuras más representativas de la revolución del cine italiano entre los años 1930 y 1970.
Su carrera está repleta de contradicciones, de entusiasmos, de abandonos y de aquellas reacciones valientes que caracterizaron una época atormentada.
Vittorio se inició en la escena cuando en 1927 ingresó en calidad de segundo actor joven en la compañía de Sergio Tofano, Luigi Almirante y Giuditta Rissone.
La crítica destaca asimismo su film de 1961 La Ciociara, que habría de valerle a Sophia Loren el Óscar a la mejor actriz.
Como actor destacó entre otras muchas películas en: El general della Rovere.
Interpreta a un estafador de poca monta que acepta hacerse pasar por un general Badogliano (partidario del presidente del gobierno Pietro Badoglio, militar nombrado para tal cargo por el Rey tras la deposición de Benito Mussolini y el armisticio del 8 de septiembre de 1943) abatido por los alemanes al intentar entrar en Italia para ponerse al frente de la Resistencia, y de la evolución moral del personaje de De Sica de estafador sin principios a héroe de la lucha antinazi.
Para el rodaje de La puerta del cielo, Vittorio de Sica dio trabajo como extras a alrededor de 300 judíos y otros amenazados por el nazismo.
Para evitar su captura y deportación, el director de Ladrón de bicicletas prolongó lo más que pudo el trabajo, permitiendo así que pudieran eludir el cerco nazi-fascista hasta la llegada de los aliados en junio de 1944.
De Sica se enfrenta a lo largo de la década de 1950 a grandes dificultades para proseguir en la dirección que le gustaría.
Estación Termini (1952) es un curioso híbrido entre la herencia neorrealista y el género novelesco hollywoodiense. L’oro di Napoli (1954) le permite retratar la ciudad de su infancia.
Con El techo (1955) regresa torpemente a los relatos depurados del neorrealismo, antes de volver a cosechar el éxito con Dos mujeres (1960) basada en una novela de Moravia.
De Sica por encargo del productor Carlo Ponti se pone en varias ocasiones al servicio de Sofía Loren a la cual dirige en varias películas.
Learn MoreDesde el año 1960 hasta 1973 dirige once películas siendo su último film El viaje (1973).

Bernardo Bertolucci
Bernardo Bertolucci fue un director de cine italiano, profundamente marcado por la ideología comunista y el Psicoanálisis, dos referentes que han guiado de forma decisiva sus opciones estilísticas.
Su padre, Attilio, era poeta. Bernardo estudió en la Universidad de Roma, donde se ganó una cierta fama como poeta. Se inició en el mundo del cine realizando cortometrajes en 16 mm con su hermano Giuseppe.
En 1961 hizo de ayudante de dirección en Accattone, primer largometraje de Pier Paolo Pasolini.
Un año después se estrenaba como director con La commare secca.
En 1972 su película Il conformista fue candidata a los Óscar por el mejor guión adaptado.
Dos años después él mismo era nominado para el Óscar a la mejor dirección, en esta ocasión para Ultimo tango a Parigi (El último tango en París).
Su obra más premiada en los Estados Unidos fue The Last Emperor (El último emperador), que ganó nueve estatuillas en 1988, además de otros premios internacionales.
El trabajo con Pasolini es una influencia que ha marcado toda su obra posterior, junto con la obra de otros directores como Godard, Kurosawa o los neorrealistas.
El suyo es un cine de autor. Sus principales características son un esmerado uso de la cámara y del montaje, y el trabajo de la fotografía con finalidades simbólicas.
La mayoría de sus películas transcurren en escenarios aparentemente intrascendentes, grises si se quiere, para el espectador occidental estándar, con la importante excepción de un grupo de películas ambientadas en lugares más exóticos como en The Last Emperor, The Sheltering Sky (El cielo protector) y Little Buddha (Pequeño Buda).
Pero es destacable el hecho que la contextualización de la acción en escenarios europeos rehúye el recurso a los tópicos.
El lugar de la acción parece, pues, un tanto accesorio a su devenir, insistiendo en las importantes excepciones antes mencionadas.
Podríamos decir que las narraciones de Bertolucci parten de la cotidianidad para descubrir el surgimiento de la historia.
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Roberto Rossellini
Nacido en una familia burguesa de Roma, su padre construyó el primer cine romano (un teatro donde podían mostrarse películas), garantizando a Roberto el pase libre de admisión ilimitado; Roberto comenzó a frecuentar el cine a una edad temprana.
Cuando su padre murió, Roberto trabajó como técnico de sonido en películas, y por algún tiempo pudo trabajar en varios campos relacionados con la creación de películas, ganando competencia en cada uno.
En 1938 rodó su primer cortometraje, Prélude à l’aprés-midi une, después del cual asistió a Goffredo Alessandrini en el rodaje de Luciano Serra pilota, una de las películas italianas de la primera mitad de siglo con más éxito.
En 1940 asistió a Francesco De Santis en Uomini sul Fondo. Su primer largometraje, La Nave Bianca (1941) es la primera de la llamada Trilogía Fascista, junto con Un pilota ritorna (1942) y Uomo dalla croce (1943).
A esta etapa corresponde su amistad y cooperación con Federico Fellini y AldoFabrizi.
Cuando el régimen fascista terminó en 1945, sólo dos meses después de la liberación de Roma, Rossellini ya estaba preparando Roma, ciudad abierta (Roma città aperta, con Fellini asistiendo en el guión y Fabrizi en el papel del sacerdote), que él mismo produjo, obteniendo la mayor parte del dinero de créditos y préstamos.
Este drama fue un éxito inmediato.
Rossellini comenzó así su Trilogía Neorrealista, cuya segunda película fue Paisà (1946), filmada enteramente con actores no profesionales, y la tercera Germania anno zero (1947), patrocinada por un productor francés y dirigida en el sector francés de Berlín.
Como declaró en una entrevista, para crear realmente el personaje que uno tiene en mente, es necesario para el director entablar una batalla con el actor que normalmente termina sometiéndose a los deseos del actor.
Como no deseo estar malgastando mis energías en una batalla como ésta, sólo uso actores profesionales en contadas ocasiones.
Se ha dicho que una de las razones de su éxito fue el hecho de que Rossellini reescribió los guiones según los sentimientos y las historias de sus actores no profesionales.
Acentos regionales, dialectos y vestimentas se ven en sus películas del modo en que verdaderamente eran.
Después de su Trilogía Neorrealista, Rossellini produjo dos largometrajes que hoy se clasifican como cine transicional: L’Amore (con Anna Magnani) y La macchina ammazzacattivi, mostrando realidad y verdad.
En 1948 Rossellini recibe una carta de Ingrid Bergman proponiéndole trabajar con él y así comienza una de las más conocidas historias de amor en el mundo del cine, con Ingrid Bergman y Rossellini en la cumbre de su popularidad e influencia.
Learn MoreComenzaron a trabajar juntos un año más tarde en Stromboli terra di Dio (en la isla de Stromboli) 1950, cuyo volcán entró en erupción durante el rodaje), y en Europa 51, 1951. En 1954, Viaggio in Italia completa la llamada Trilogía de Ingrid.
Esta relación causó un gran escándalo en algunos países (Bergman y Rossellini estaban casados antes de conocerse); el escándalo se intensificó cuando comenzaron a tener hijos (uno de los cuales es Isabella Rossellini).

Luchino Visconti
De su padre, Giuseppe Visconti, duque de Modrone, Visconti hereda el título nobiliario y el amor por el teatro.
Aunque durante su juventud se apasiona por las carreras de caballos y los viajes, el joven aristócrata decide hacer un hueco en el cine, con unas ideas bastante progresistas y mal vistas en la Italia fascista de aquel entonces.
En 1935 se trasladó a París, donde colaboró con el cineasta Jean Renoir, con quien participó como asistente de dirección en Une Partie de Campagne (1936).
Su obra se aproxima a los principios artísticos del neorrealismo.
Obsesión (1942) fue la primera película neorrealista, movimiento que toma como antecedente al novelista Giovanni Verga; introdujo una nueva visión del cine, de la dirección de actores (frecuentemente no profesionales) y en la concepción de la realidad y de los problemas sociales.
El neorrealismo no fue una escuela con principios y personalidades artísticas totalmente concordantes, ni en los directores ni en los guionistas.
De ahí que se ha sostenido la existencia de una línea más idealista, representada por Roberto Rossellini, y otra, más próxima al marxismo o a las concepciones sociales afines, representada justamente por Visconti, entre otros.
Uno de los teóricos marxistas más importantes, pues el neorrealismo también produjo una transformación en las teorías estéticas sobre el cine, fue Guido Aristarco.
Autor de La disolución de la razón, discurso sobre el cine de quien consideró que La terra trema (1948) era la película más lograda y avanzada ideológica y estéticamente.
Y que emprendía una búsqueda del hombre ante las cosas que no las sometía a éstas como permanentes por sí mismas, lo que constituiría una alienación, y que tampoco admitía una naturaleza humana inmutable (cine antropomórfico de Visconti).
Con Obsesión Visconti trataba temas no aceptables hasta entonces por la censura fascista sobre la base de una novela de James M. Cain, El cartero siempre llama dos veces.
Fue la ópera el primer amor de Visconti y el género sirve de marco o aparece conspicuamente en varias de sus realizaciones como en Senso, El gatopardo y en Ludwig, que narra la obsesión del rey bávaro por la música de Richard Wagner.
El título La caída de los dioses alude a la ópera homónima de Wagner, trazando un paralelismo entre Wagner y la Alemania nazi.
En el escenario operístico el milanés llevó al teatro de su ciudad, La Scala, a un nuevo esplendor con sus magníficas puestas en escena de La Traviata, Anna Bolena, Ifigenia en Táuride y La Sonnambula para Maria Callas.
Trabajó en La Scala, París y Covent Garden en Londres en una recordada producción de Don Carlos de Verdi con Jon Vickers.
Aparte de Callas, sus máximos colaboradores fueron Leonard Bernstein, Carlo Maria Giulini, y Franco Zeffirelli su más famoso discípulo.
En Muerte en Venecia la música volvió a hacerse presente en la figura del torturado compositor.
Al film se debe en gran parte la popularidad actual de la música de Gustav Mahler cuyo Adagietto de la Quinta Sinfonía enmarca cada escena.
La colaboración artística entre Visconti y varios colegas:
Learn MoreClaudia Cardinale, Alain Delon, Burt Lancaster, Nino Rota, Silvana Mangano, Suso Cecchi D’Amico, Alida Valli, Dirk Bogarde, Anna Magnani, Rina Morelli, Paolo Stoppa, Giorgio Albertazzi, Anna Proclemer y otros)
Suma prestigio al trabajo de uno de los máximos directores del cine y ópera del siglo XX, que junto a los directores Federico Fellini, Michelangelo Antonioni, Roberto Rossellini, y más tarde Pier Paolo Pasolini y Bernardo Bertolucci colocaron al cine italiano en un sitial de honor.

Federico Fellini
Federico Fellini fue un director de cine y guionista italiano. Es universalmente considerado como uno de los principales protagonistas en la historia del cine mundial.
Ganador de cuatro premios Óscar por mejor película extranjera, en 1993 fue galardonado con un Óscar honorífico por su carrera.
Durante casi cuatro décadas desde El jeque blanco en 1952 hasta La voz de la luna en 1990– en dos docenas de películas Fellini ha hecho un retrato de una pequeña multitud de personajes memorables.
Decía de sí mismo que era «un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe cómo decirlo».
Nos ha dejado obras inolvidables, ásperas, llenas de sátira y veladas de melancolía.
«El único realista de verdad es el visionario» (Federico Fellini).
El nombre de Fellini, el director de los cuatro Oscar, está asociado a la edad de oro del cine italiano, e incluso al cine mismo.
Su universo, entre la realidad y ficción, esta profundamente ligado a la cultura, e incluso al inconsciente colectivo de la sociedad italiana.
Empieza en los años cuarenta al lado de Roberto Rossellini en la esfera de influencia del neorrealismo, y conoce su primer gran éxito con La strada en 1954, en la cual su actriz fetiche y mujer en la vida, Giulietta Masina, tiene el inolvidable papel del clown triste Gelsomina.
En los años sesenta y setenta se encadenan los más grandes éxitos populares y críticos.
Con La dolce vita, Fellini entra de lleno en la modernidad. La escena en la que Marcelo Mastroianni y Anita Ekberg se abrazan en las aguas de la Fontana de Trevi se ha convertido en sinónimo de seducción en el mundo entero.
La influencia del Psicoanálisis está clara en Fellini 8 1/2, en la que el personaje del cineasta encarnado por Mastroianni funciona como el doble fantasmal de Fellini mismo.
Siguen Roma y Amarcord, películas oníricas, entre mito y caricatura, con un fondo de nostalgia y de crisis de civilización.
En los años ochenta, Y la nave va, Ginger y Fred y Entrevista evocan con melancolía la muerte del cine.
Learn MoreCreador de universos barrocos exhuberantes, enamorado de las mujeres voluptuosas, este visionario alcanza lo universal ya que consigue, a través de sus propios deseos y obsesiones, dar cuerpo al hombre moderno con todas sus contradicciones.

Hablamos de…..Luis Buñuel
Los directores que en sus películas tocan lo humano en nosotros son muy escasos, y es precisamente Luis Buñuel que se sitúa entre los pocos y más destacados logrando inventar una poética abierta a una dimensión de lo humano.
En el año 1952 Buñuel dirige y escribe el guión Él.
Jacques Lacan, se dice, mostraba regularmente ÉL a su auditorio de Sainte-Anne;
En su opinión, la película era un ejemplo clínico de la paranoia de los celos y resumía el guión con la fórmula: «Del flechazo al loco de la aguja», con la que alude a la escena en la que el personaje Francisco, ebrio de celos, una noche, intenta coser el sexo de su mujer dormida.
El film ÉL establece el documental y la ficción, el deseo y la prohibición religiosa.
Es un inquietante melodrama psicopático, basado en una novela de Mercedes Pinto e inspirada en un caso verídico. Film clave y una de las películas más admirables de Buñuel.
De acuerdo a Alain Bergala:
El deseo de los hombres, violento e insatisfecho, se constituye en el centro de todas sus películas. Su cine se sitúa también bajo la doble influencia de la poesía surrealista y de Freud.
Obedece a la lógica de los sueños y sus relatos recogen imágenes que surgen y se encadenan al ritmo del inconsciente.
Su libertad de tono y su independencia radical ante todas las normas estéticas, religiosas y sociales pasan por provocaciones, y los estrenos de muchas de sus películas fueron sinónimo de escándalo, cuando la censura no las prohibía sin más.
Y no obstante, su obra, que se extendió desde los años veinte hasta los años setenta, es rica también en diversidad, marcada por la historia del siglo y sus encuentros, con Federico García Lorca o Salvador Dalí en su años de juventud y con grandes productores, en Méjico o en Francia.
Paradoja: Buñuel, considerado como el cineasta español por antonomasia, sólo rodó cinco películas en España.
Perteneciente al grupo surrealista, debutó en el cine mudo de vanguardia con Un perro andaluz y La edad de oro; más tarde, dirigió un documental sobre una región pobre de España, Las Hurdes/Tierra sin pan.
La Guerra Civil española le llevó a México donde dirigió películas populares y melodramas que se alternan con obras más personales como Los olvidados y Ensayo de un crimen.
Ya en Francia se desarrolla su última etapa con Diario de una camarera, Belle de jour, Tristana o El discreto encanto de la burguesía.
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Ingmar Bergman
La obra de Ingmar Bergman fuerza a la admiración, a lo largo de una carrera de unos cincuenta largometrajes realizados entre 1945 y 2003 (sin contar su infatigable actividad como director teatral).
Ha realizado una obra de arte de una intensidad tanto más excepcional por cuanto porta en ella cuestiones fundamentales que todo ser humano se plantea algún día.
¿Como llegar a conocerse realmente?
¿Qué conocimientos, qué creencias e instrumentos pueden ayudarnos a ello?
¿Cómo escapar de las propias maldiciones?
¿Qué peso tiene nuestra voluntad ante esa parte oscura y torturante de nosotros mismos?
¿Cómo alcanzar la verdad, tanto la del espíritu como la del corazón?
¿Existe esa verdad o no es sino una sucesión de ilusiones sin fin?
La obra de Bergman, al menos en virtud de los vínculos que mantiene con su vida, encarna estas preguntas como pocos cineastas habrían tenido el valor de hacerlo, la perseverancia de trasladarlas al oficio y el genio de llevarlas a su culminación artística.
Instituciones (la religión, la familia, el arte), obsesiones (la pareja, el sexo, la muerte), motivos (el espejo, la máscara, el doble), figuras de estilo (el primer plano, la frontalidad, el encierro) determinan el marco físico y metafísisco en el horizonte de todos sus largometrajes.
Este marco determina una obra que está lejos de limitarse sólo al cine, si bien éste configura la pieza maestra.
En efecto, a lo largo de su carrera Bergman se prodigó a un tiempo en el mundo del teatro (como actor y director), la radio (como actor y programador), la literatura (como narrador, novelista, ensayista y memorialista) y la escritura de guiones.
En el universo del cine, Bergman es un continente aparte, el de un gigante a la altura de Beethoven o Dostoievski.